Ser autónomo y tener una sociedad limitada tienen, cada uno, sus propias ventajas e inconvenientes. Dependen del momento de desarrollo en el que se encuentre tu negocio y de sus circunstancias particulares. Pero lo habitual es que, llegado el momento, a medida que aumenten tus ingresos, des el paso de pasar de ser autónomo a una S.L.
La sociedad limitada es el tipo de sociedad más popular en España. En una S.L. la responsabilidad de cada uno de los socios se limita al capital aportado al constituir la empresa, ya que la sociedad solo responde con sus propios bienes y el patrimonio personal queda fuera de esa responsabilidad.
Por el contrario, los autónomos responden con su patrimonio personal. Sin embargo, si trabajas solo y tu volumen de ingresos no es demasiado alto, es posible que, al menos por el momento, te compense más la figura del autónomo que convertir tu negocio en una S.L.
¿Cuándo pasar de autónomo a S.L.? Nuestra recomendación es que te dejes aconsejar por asesores fiscales de confianza. Pero, en cualquier caso, aquí te dejamos algunas ideas generales de en qué aspectos compensa más una sociedad limitada, para que puedas acercarte a esta cuestión:
Menor carga fiscal
A los autónomos se les aplica una retención del IRPF de un 7%, en el caso de los nuevos profesionales (los que se hayan dado de alta en ese ejercicio o los dos anteriores) o del 15% con carácter general. Pero este gravamen puede aumentar considerablemente a medida que lo hacen los ingresos. Una sociedad limitada, por su parte, tiene que hacer frente al Impuesto de Sociedades, y en la mayoría de los casos el gravamen es de un 25%. Una de las razones de pasar de autónomo a S.L. es que, llegado cierto nivel de ingresos, la carga fiscal será menor si nos hemos constituido como S.L.
Resguardar nuestro patrimonio personal
Como te contábamos anteriormente, los socios de una S.L. no responden a las deudas de la sociedad con su patrimonio personal. Los autónomos, sin embargo, están completamente expuestos, ya que responden a las deudas con sus bienes particulares, por lo que no hay ningún tipo de garantía de que puedan proteger su patrimonio en caso de que no puedan pagar los gastos del negocio.
Colaboradores y socios
A medida que aumentan los ingresos, lo habitual es que aumente también el trabajo, y es posible que llegue un momento en que necesitemos de la ayuda de otra persona. Si somos autónomos, podemos colaborar con otro autónomo. Y en esa circunstancia es posible que, llegado un punto, queramos repartir las obligaciones y responsabilidades, además del trabajo, y pensemos en convertirnos en socios.
En esa situación, la figura de la sociedad limitada nos permite, al constituir la sociedad, delimitar la responsabilidad de cada uno, así como el capital y las obligaciones. Así nos aseguramos de que todos nuestros acuerdos están escritos y firmados.
Imagen
De cara al marketing, la imagen de una sociedad no es comparable a la que tiene un autónomo. Esto repercute no solo en la manera en que nos vendemos, sino también en nuestra relación con los bancos o con las grandes empresas para las que podemos querer trabajar.
Las S.L. tienen una capacidad mayor para negociar su financiación, y generan una mayor confianza a proveedores y clientes.
En cualquier caso, lo más recomendable es que te dejes aconsejar por una asesoría de confianza como Tefico Asesores, que puede ayudarte a sacar el máximo partido fiscal a tu negocio con total seguridad.